ari-logotype_Mesa de trabajo 1

Cómo intentar superar tanto fallo

La nuestra es una historia más de una de tantas familias unidas a las que un diagnóstico de cáncer le cambió mucho la vida y la unió mucho más.

 

Mi gran inspiración, mi padre, y quien era para mí como un segundo padre, mi tío; dos bellas personas que luchaban y trabajaban duro para que su familia tuvieran mejor vida que la que les tocó vivir a ellos. Perderlos me ha hecho sentir que un trocito de mí se fue con ellos.

Con mi tío tenía muchas cosas en común, reírnos juntos la que más, pues era fácil reír estando junto a él. Me enseñó que el que te quiere te quiere como eres, y que en el trabajo es importante poner límite de horario porque es necesario descansar y disfrutar. Llegó a comprarme los ramos de flores que me quedaban por vender intentando decirme “ya está bien por hoy”.

Mi padre era mi ejemplo a seguir, éramos como uña y carne, lo poquito que sé de campo y animales lo aprendí de él. Compartíamos la pasión por la familia. Él me transmitió la gran importancia que tiene el trabajo, ser serio, responsable; si haces lo que te gusta te sientes realizado y además te permite mantener a la familia. Estando enfermo me tranquilizaba y me decía: “ve a trabajar que yo estoy bien”. Hoy cambiaría ese día que le perdí y había ido a trabajar, porque trabajo siempre habrá más. Todavía me duele esa última vez que se puso malo y me pidió que lo llevara al hospital. Siento como la espinita de “¿por qué lo dejé allí?”, cuando lo que me hubiera gustado es que me dijera “vámonos Milagros, que ya estoy bien”.

Sé que tenía mucha gente a mi lado, pero en esos momentos yo no podía hablar y compartir lo que sentía: estaba muy enfadada con la medicina, con los médicos, con los tratamientos, con el mundo… Y me cerré aún más cuando diagnosticaron a mi hermana, porque ella, “mi seca” como yo le digo, era nuestra confidente y la que había conseguido hasta ahora que habláramos algo entre nosotros. Me sentía sola porque ellos siempre habían sido mi refugio. Uno de tantos momentos duros para mí fue el día que fuimos mi hermana Paqui y yo con su marido y ella a recoger esa segunda biopsia. Fui incapaz de entrar. Recuerdo como los tres al salir intentaban explicarme todo y tranquilizarme, pero yo no podía escuchar. Mi cabeza me decía: “esto no es verdad no nos puede estar pasando otra vez”. Pensaba “¿cómo van a superar esto mis padres?” Y me acordé de mis sobrinos, María y Dani, como hija que acababa de pasar por ello sabía cómo se iban a sentir. Y por si fuera poco, mi hermana vivía en Málaga y nosotros en el pueblo, mi madre lo iba a pasar mal por la situación y aún peor por no poderla ayudar.

Otro momento especialmente duro para mí fue un viernes que sonó el teléfono, era mi hermana para preguntarme “¿qué haces mañana? ¿me acompañas para recoger la peluca?” Pensé “ay Dios, yo no voy a poder”. Para mi padre y para mí el cabello era muy importante. Creía que no iba a poder verla así. Pero me enseñó una gran lección y me levantó la moral. Ese día, cosa que nunca creería, hubo momentos en los que me reí con ella. Me sorprendió como se lo tomaba, y me di cuenta de que con o sin pelo seguía siendo ella. Poco a poco empecé a confiar, veía que era fuerte como mi padre y optimista, iba superando su día a día y las sesiones de quimio. Mi hermana seguía estando ahí: su risa, el brillo de sus ojos y yo sentía su calor. Hablábamos por teléfono cada día y esperaba ansiosa el fin de semana para verla y poderlo compartir juntas. Ella me consiente y me mima y es un gran referente para mí.

Una de las últimas cosas que le agradezco es ese momento que me llamó y me pidió que la acompañase a una escuela de pacientes llamada Rose Project. Me decía “estoy segura que te va a ir bien hablar y compartir con otros familiares”. Yo no lo tenía tan claro, pero allí me di cuenta el daño que me había hecho callar y guardar mi dolor, mis miedos y mi angustia. Ellos me enseñaron a pasar página, a ver la parte positiva, dejando atrás lo negativo, porque todo ello me estaba haciendo renunciar a un gran deseo: el de ser madre. Gracias a mi hermana, a las compañeras y a ese equipo por todo lo que aprendí. Me gustaría deciros que hoy estoy embarazada de siete meses y feliz, rodeada de mi familia, la mejor para mí y que siempre estará conmigo.

Ha pasado el tiempo y me quedo con lo bueno que aprendí, cómo elegir bien lo que es verdaderamente importante, a disfrutar del momento. Saber que voy a seguir siendo la persona sensible que soy pero mucho más fuerte. Comparto ahora esa famosa frase que dice “en la vida hay situaciones duras que no elegimos pero sí podemos elegir cómo llevarlas”. Mi padre paraba nuestros “y si…”, “y si…” de miedos con “y si todo va bien, ¿cómo lo vamos a celebrar? Y yo le añadiría ¿qué cosas harás que no te habías atrevido hacer hasta ahora?” Hay gente que viene a hablar conmigo porque está pasando por ello. A veces me bloqueo porque no hay nada que pueda hacer para cambiar su situación, lo único que les puedo decir desde lo más profundo de mi corazón es: “te entiendo, sé por lo que estás pasando, y sé perfectamente cómo te sientes pero por favor confía y cree que todo va a ir bien”.

Quizás la vida nos golpeó fuerte pero no ha logrado quitarme la sonrisa.

Gracias Ariadna, eres alguien con mucha fuerza positiva y una gran sonrisa que nos contagias.
 
 
Familiar de afectados de cáncer.

Siéntete bien, afróntalo con optimismo y vive sin miedo

ÚLTIMOS POST