Que este año lo único que se te atragante sea el turrón
Tienes cáncer, el mundo se para. Lo hace en seco. Te frena sin más, te pone tu realidad delante, esa que no conocías, esa que ojalá nunca te hubiera «tocado» a tí. Esa que ojalá no le hubiera arrebatado la vida a tantas personas. Pero sigues en pie.
Y piensas mientras caminas por la calle: «puto cáncer«.
Empieza la Navidad
Quizás te sientas aturdida, cansada, sin saber por dónde seguir, sin saber si lo que estás viviendo es real o un mal sueño que terminará sin previo aviso. Ojalá te pudiera decir otra cosa, de verdad, pero sí preciosa, es real y sí: puto cáncer.
Párate un segundo, no sigas leyendo. Coge aire profundamente, hazlo lo más despacio que puedas, suéltalo. ¿Ya? Repítelo un par de veces más.
Ahora estás lista para seguir.
Echar para delante con cáncer no es fácil en ningún momento del año. Pero la Navidad tiene un plus, una carga emocional extra muy fuerte que podría revolverte por dentro, arrebatarte más fácilmente esa calma que te está costando tanto construir.
Con el tiempo aparecen sillas vacías, aparece una Navidad desteñida, irreal, fría, sin ilusión. El año se acaba, toca hacer balance de un año muy duro. Un año de reinventarse, un año que «por favor se acabé ya».
Pongamos que estas son tus primeras Navidades con la enfermedad, estás en plena quimioterapia, todo es nuevo, aun el miedo está muy presente. Tienes la sensación de que todos continúan menos tú, que la vida se ha frenado, que todo es diferente y que no podrás recuperar todo lo que ahora sientes perdido.
Sigues en pie, aunque llores. Sigues en pie aunque quieras gritar. Sigues en pie aunque necesites que termine esta pesadilla. Sigues en pie, por tí. Sigues en pie, por ellos. Pero sigues en pie.
Es muy probable que no te veas con muchas ganas de estar preparando comilonas, de estar del tingo al tango, de poner buena cara cuando lo que quieres es irte, de explicar una y otra y otra vez que estás «bien», de contestar preguntas estúpidas sobre tu enfermedad, de escuchar comentarios estúpidos de «a fulanito le paso que… » Da vértigo ¿verdad?
Volvamos a parar un segundo. Respira conmigo. Hazlo leeeentamente. Párate un momento. Cuando estés lista, sigue leyendo, te espero sin problema.
Vale, ahora estamos listas.
A medida que pasan los años la Navidad destiñe. Pero quiero recordarte algo muy importante. Aun que ahora toda tu vida pueda parecer que gira al rededor el enemigo, NO ERES tu enfermedad. No necesitamos a súperwoman. No necesitas sobrecargarte. Y aunque no lo sientas ahora así, no estás sola.
Entonces, ¿cómo hacer que la Navidad recobre poco a poco su brillo, la ilusión perdida?
Cuando hay niños pequeños en casa es una tarea un poquito más fácil. Los pequeñitos tienen la magia en cada gesto, en cada mirada. Para ellos todo en nuevo. Así que si tienes la suerte de tener a un enano cerca, déjate contagiar por ellos.
Te adelanto que cada año a partir de ahora será diferente. Será más fácil, aparecerán nuevas y bonitas tradiciones que te arroparán y te harán sentir de nuevo tú. Una nueva versión más fuerte, más potente, más auténtica, más especial.
Este es mi regalo para tí. Mis recomendaciones para que afrontar la Navidad este año y los venideros sea más fácil o como poco, menos difícil. ¿Preparada? ¡ Vamos allá !
Sí, estas Navidades van a ser diferentes, hay un nuevo invitado a la mesa que nadie quiere cerca. Pero esta vez nos acompaña. No tengas miedo de que el momento del proceso en el que estás con el bicho de las 6 letras, suponga cambios en las rutinas navideñas. No dejes que eso te haga sentir culpable o que le estás estropeando la Navidad a los demás, no es cierto, y lo sabes. Te quieren, y harán lo posible por que estés bien y aun más en estas fechas tan señaladas. Diles lo que de verdad te apetece y no hacer, será mucho más fácil para todos poderos apoyar unos a los otros y pasar unas fiestas bonitas juntos.
No hagas ni vayas donde no quieras ir. No te expongas sin necesidad. Que no te apetece ir a la cena de empresa, no vayas. Que no te apetece ir a coger frío visitando a no que quién, no vayas. Que no te apetece llenar la casa de gente sin más, no lo hagas. Que no quieres poner tantos adornos este año, no lo hagas. Que no quieres hacer algo, no lo hagas. Y por supuesto, no uses esta recomendación para para huir de algunos compromisos por que sí. No es una invitación a encerrarte, es una invitación a no sobrecargarte. El mundo sigue estando ahí fuera, también para ti. No tengas miedo de salir a él, pero hazlo poco a poco.
Di muchos sí a los más cercanos, a la gente que te hace bien, a los tuyos. Aun que sea en «petit comité», donde hay calidad, que se quite cantidad. Si te apetece hacer algo pequeñito de entrada, hazlo. Si quieres participar aportando un plato y te ves con fuerzas, para delante. Si simplemente te apetece poner el arbolito, estupendo. Si quieres hacerlo a lo grande, bienvenido también, pero sin olvidar la regla número 1, sin sobrecargas. Acepta sus invitaciones o propuestas, haz las tuyas también, permítete ir aunque sea un ratito. Rodearte de gente de calidad amortiguará el malestar.
Cuando estés en alguna celebración, sea grande o pequeña, podrías sentir vértigo, agobio, incomodidad, necesidad de gritar, de llorar, de enfadarte. ¡ Pausa ! Date espacio. Levántate de la mesa tranquilamente, ve al baño, respira hondo, date unos momentos. Date espacio, mójate el cogote y las muñecas con agua fría. Sal todas las veces que necesites e incluso si prefieres irte de allí, busca el momento adecuado y hazlo, pero sólo una vez te hayas calmado. Si huyes en un momento de malestar intenso tu cabeza asociará a esa situación este malestar y te costará cada vez más afrontarla.
No te escondas. No ocultes cómo te sientes, ni la enfermedad sin necesidad. No uses máscaras, caretas o falsos «todo genial» cuando no sea así. No se trata de convertir tu malestar en el centro del universo, aunque si sea el centro de tu mundo. Simplemente diles cómo te sientes o que no tienes un buen día. Permite a los tuyos arroparte, que puedan ponértelo fácil. No seas un muro, no seas una roca, no sea una fortaleza impenetrable. Coméntalo y céntrate en todo lo demás hasta donde te sea posible. Te cuento un secreto: las emociones negativas se hacen más pequeñas cuando les pones nombres y se las dices a los demás.
Brinda por tí, da las gracias por todos los que te han acompañado. Brinda por los que faltan, brinda por los que aun están. Brinda por quienes te lo ponen fácil. Crea nuevas tradiciones, pon algo relacionado con tu proceso en el árbol, reconoce tu dolor antes los demás, pero además reconoce el suyo. Lo viven contigo, lo sufren contigo, puede ser el momento perfecto para reconocerles su apoyo y así normalizar la situación, no esconderla, no hacer como que no pasa nada, simplemente brinda por la vida, porque aunque sea dura, merece la pena ser vivida.
Y yo que soy familiar, ¿qué?
Estos pequeños consejos están planteado directamente para la personas afectada de cáncer.
Pero si eres familiar, que se que también me leéis muchos para ser un apoyo de calidad (gracias por eso), ponérselo fácil a esa personas. Incluso las podéis aplicar a vosotros. Recuerda que el cáncer afecta a toda la red, pocas cosas duelen tanto en la vida como ver a alguien a quien quieres sufriendo. Para tí tampoco será fácil, pero aquí viene unos consejos extra plus que espero que como siempre, sigas a raja tabla para seguir siendo un pilar fundamental para él o ella:
Meter la cabeza bajo tierra haciéndonos los locos, como si no hubiera pasado nada, forzando que todo parezca como siempre, suele convertirse en un problema. Pregúntale hasta dónde quiere participar este año, deja que delegue en ti parte de las tareas navideñas, no presiones con que vaya aquí o allá. Haz propuestas, comunica también cómo te gustarían que fueran las fiestas a ti. Este año dale un poco más de margen.
Explícale a los demás la situación, libérala del desgaste que implica explicar constantemente todo el proceso o cómo lo lleva. Pero ¡ojo ! sin bloquear que ella pueda decir lo que quiera al respecto. No se trata de dar información y punto al tema. ¡ Para nada ! Respeta su intimidad, no cuentes más de lo que quiera que se sepa hasta ese momento, pregúntale cómo quiere hacerlo. Déjala que te guíe, propón si prefiere ir uno a uno o cuando se junten ponerlos a todos al día de golpe, por ejemplo.
Habla con los demás también con naturalidad de las situaciones nuevas que ahora tenéis delante por la enfermedad. Apoyaros en los demás. Es una etapa más de la vida, sabrán como arroparos a ambos. Escúchate, no te sobrecargues más de la cuenta, este año déjala marcar al ritmo. Pueden ser unas Navidades diferentes, pero muy buenas si trabajáis en equipo.
¡ Cuidadito !
Por favor, se responsable. Si ves que alguna emoción como la tristeza, la rabia, el miedo, una euforia excesiva se apoderan de ti o duran mucho en el tiempo, que estás completamente desganada, que no quieres hacer ni el más mínimo esfuerzo, que no quieres ver a nadie… tienes un problema serio. Es el momento de hacer algo más que seguir estas primeras pautas que te regalo.
No tengas miedo a consultar con una psicooncóloga. Estamos para apoyarte, somos los verdaderos guardianes de tu bienestar, los que tenemos soluciones reales y duraderas. Estamos para guiarte en los peores momentos, somos el foco que necesitas para poder seguir avanzando.
Ariadna González
Psicóloga Sanitaria y Psicooncóloga.