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4/12. Silvia, cáncer a los 38 y la fortaleza de un lazo que no solo es rosa

Hoy tengo el enorme placer de presentarte a alguien, que aunque ella se está enterando ahora al leerme, para mi es una personas muy especial. De la que aprendo, que me inspira, que me hace no querer abandonar nunca.

Ella es Silvia, mi cuarta Superheroína.

A: ¿Qué edad tenías cuándo te diagnosticaron cáncer? ¿Cómo era tu vida en esos momentos?

S: 
Cuando me diagnosticaron cáncer de mama, el pasado 15 de septiembre tenía 38 años. Una vida bastante activa, que se centraba en mi faceta de mamá y mi trabajo en social media marketing.

A: Antes de la enfermedad ¿habías estado sometida a mucho estrés o alguna situación que te resultara especialmente dura de afrontar a lo largo de tu vida?

S: Por mi trabajo (soy autónoma) y temas personales si llevaba algunos años sometida a un extra de estrés y preocupaciones antes del cáncer.

A: ¿Qué tratamientos recibiste?

S: En primer lugar cirugía (mastectomía radical + linfadenectomía), 14 sesiones de quimioterapia (4 AC + 10 de taxol), 25 sesiones de radioterapia, y actualmente estoy con hormonoterapia (prevista para los próximos 10 años) y participando en un ensayo clínico.

A: Actualmente dirías que tienes alguna secuela física o emocional, ¿qué ha cambiado en este sentido?

S: Ambas. Secuelas físicas: he perdido parte de la psicomotricidad fina debido a la quimio, y sufro a diario despiestes y olvidos por el mismo motivo. Supongo que es porque aún está muy reciente, sólo hace 3 meses de mi ultima quimioterapia.

Además, a menudo padezco de dolor de huesos y articulaciones e insomnio, debido a la terapia hormonal que estoy siguiendo acutalmente. Secuelas emocionales, una sensación de miedo y de soledad en ocasiones, que no conocía de esta forma antes de la enfermedad.

A: Si tuvieras que elegir, ¿cuáles serían los 3 peores momentos a los que te has enfrentado durante tu proceso? ¿Por qué?

S: Los tres momentos que a mi me han resultado más duros los tengo muy claros:

En primer lugar el momento en el que tuve que decir a mis padres y mis hijos “tengo cáncer”. En ese momento sabes que les vas a causar un dolor tremendo e inevitable. Es muy difícil.

El segundo momento, cuando desperté después de la operación y me informaron de la verdadera gravedad de mi estado. Creo que ese ha sido único momento en el que por unos instantes lo dí todo por perdido.

Y el tercer momento más difícil ha sido al acabar la parte más dura del tratamiento, cuando tienes que valorar lo poco que queda de ti y de tu vida anterior, y comprendes que así es cómo tienes que seguir adelante y construir una “nueva normalidad”.

A: ¿Actualmente dirías que tienes alguna secuela física o emocional, qué ha cambiado en este sentido?

S: Ambas. Secuelas físicas: he perdido parte de la psicomotricidad fina debido a la quimio, y sufro a diario despiestes y olvidos por el mismo motivo. Supongo que es porque aún está muy reciente, sólo hace 3 meses de mi ultima quimioterapia.

Además, a menudo padezco de dolor de huesos y articulaciones e insomnio, debido a la terapia hormonal que estoy siguiendo acutalmente. Secuelas emocionales, una sensación de miedo y de soledad en ocasiones, que no conocía de esta forma antes de la enfermedad.

A: Pasar un cáncer es un época de muchos cambios, ¿cuáles tuviste que hacer tú?

S: Pues en estos meses desde el diagnóstico he hecho mil cambios. A veces no sé si queda algo de lo que era mi vida antes. Cambios en mi alimentación (ahora la cuido mucho más), cambios en mis rutinas (adaptadas a mis nuevas limitaciones) y sobre todo cambios en mis prioridades y mi forma de pensar. No tengo ni un segundo para perder en cosas insignificantes, no auténticas o superficiales.

A: La gente de siempre, ¿supo reaccionar o todavía hoy se alejan al sabernos enfermas?

S: Yo me considero tremendamente afortunada porque mi gente, los de verdad, han estado a la altura de los acontecimientos y con creces. De hecho algunas de las relaciones más significativas que tengo han salido muy fortalecidas de este trance. Me he dado cuenta de que tengo cerca a gente incondicional, que pase lo que pase está a mi lado, sin imponer condiciones, y eso no tiene precio.

En cuanto a los conocidos y las relaciones menos profundas, me he sorprendido también gratamente en casi todos los casos. Sólo he echado en falta a un par de personas a las que este tema les ha venido grande y no han sabido reaccionar. He pensado mucho sobre si yo habría sabido reaccionar de haber sido a la inversa, y no estoy segura de ello. Desde luego no estamos educados para lo malo de la vida, la enfermedad y la muerte, y está claro que es algo que no se puede ignorar.

A: Dime una palabra que resuma los peores momentos con el cáncer.

S: Impotencia. En los peores momentos, te sientes impotente contra el miedo, contra el dolor, contra la soledad… El creer por momentos que no puedes hacer nada es lo peor.

A: ¿Alguna vez te planteaste o te has planteado ir a una Psicooncóloga?

S: Si, me lo he planteado, y he tenido diferentes contactos con distintas profesionales.

Después de la cirugía me visitó la psicooncóloga del Hospital de León. Fue un contacto breve y positivo, sobre todo para enfocar como aceptar la mastectomía, y como vivir todo este proceso con mis hijos.

Después, he realizado diferentes consultas sobre momentos puntuales a Ariadna, y la experiencia también ha sido buena. Seguiré contando con ella

Y, ¿cuáles han sido los 3 mejores momentos de tu proceso?

S: Los mejores momentos han sido en realidad muchos, pero si me tengo que quedar con tres serían una semana de vacaciones que me dieron al final de la quimioterapia, para recuperarme un poco de los efectos secundarios (neuropatía periférica). Ese día que me dijeron “hoy no te ponemos la quimio” me sentía cómo si me hubiera tocado la lotería.

Otro día increíble fue la boda de mi hermano, que viví al final del tratamiento, porque por un día me olvidé de que era una enferma y sólo disfruté como hermana del novio.

Y el tercer momento podría ser cualquiera de los ratitos sinceros y auténticos que he disfrutado con mi gente (un abrazo, un café, un chiste, un pincho de tortilla, una comida en familia, un rato en el parque…)

A: ¿Ahora eres más feliz?

S: No sé en realidad si soy más feliz que antes, es difícil hacer comparaciones porque ahora todo es distinto. Yo soy distinta. Pero sí que amo más la vida. Porque he entendido que cada día es un regalo. Aunque suene a tópico es así. A raíz del cáncer lo vivo todo de una forma más intenso, sobre todo las cosas buenas, porque las malas aprendes a relativizarlas. Quizá esa sea la receta para vivir en paz.

A: En una sola palabra, ¿qué te ha aportado vivir esta dura enfermedad?

S: Difícil resumir en una sola palabra. A veces bromeo diciendo que ahora tengo un super-poder nuevo, puedo ver cosas que otras personas no ven. Así, no pierdo el tiempo en actividades y personas superficiales, y me puedo centrar sólo en lo importante y auténtico. Es difícil de explicar.

A: ¿Qué consejo le darías a otra persona en tu misma situación?

S: No creo que haya consejos, ni que nada que yo pueda decir haga que el proceso de otro enfermo sea más fácil… Sólo pensar que el dolor, los días malos, el sentimiento de soledad… todo eso, de una forma u otra pasará. Cada día malo sólo dura 24 horas. Nada es eterno.

Silvia Vega
Afectada de cáncer
Escritora de «No solo un lazo rosa»

Siéntete bien, afróntalo con optimismo y vive sin miedo

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