¿Ojos que no ven, corazón que no siente?
¿Algunas vez has sabido algo sobre alguien a quien quieres antes que él o ella y que saberlo le podría destrozar?¿Si supieras que alguien a quien quieres tiene cáncer, serías tú quien se lo diría? ¿Todo el mundo debe estar informado?
Quienes contestan que no lo comunicarían, suelen creer que están protegiendo a su familiar, generalmente personas a cargo como unos abuelos o padres, personas en edad frágil a los que le deseamos todo menos sufrimiento. Pero…
¿Realmente le estamos protegiendo?
Desde la Psicooncología entendemos por “conspiración del silencio” principalmente al pacto no escrito que familiares y amigos pueden realizar para no informar al paciente del diagnóstico de cáncer y/o aspectos del proceso. Es decir, a una ocultación premeditada de información, en este caso, sobre su salud. Generalmente con el propósito de “no hacerle más daño”.
El conocimiento es poder. Por qué SÍ informar:
Mayor satisfacción del paciente
Mayor control de los efectos secundarios y de la enfermedad en general
Mayor cooperación con el equipo médico
Mejor adaptación de las decisiones médicas ante las necesidades de los pacientes
Mayor autoestima, confianza y percepción de control por parte de la persona afectada
Mejor calidad de vida del paciente
Mayor y mejor evitación del aislamiento
Mayor satisfacción personal
Mejor evitación del “síndrome del quemado o Burn-Out” el equipo sanitario
Tiene derecho legal a estar informado
Tiene derecho legal a ser informado (os lo cuento más en otro momento más extensamente)
Se le debe dar la posibilidad de reorganizar sus ideas en torno a su nueva situación
El conocimiento de la gravedad es necesario, pues permite a la persona organizarse mejor y programar, no sólo en su vida, sino en la de las personas de su entorno: hijos, pareja, empleador, etc.
Se mejora la participación en los tratamientos y proceso médico
Evitamos un conocimiento casual del diagnóstico de manera indirecta por otros
Se evita el aislamiento.
Cuándo NO informar que tiene cáncer. «La ignorancia es la felicidad»
Las situaciones explicitadas a continuación deben ser analizadas en función de cada persona y contexto. No pueden ser tomadas como algo dogmático. Son situaciones que en la mayoría de los casos han sido incapacitantes previamente al diagnóstico de cáncer. Suponen diagnósticos clínicos serios. No hacen referencia a alteraciones habituales de la población ante un trastorno adaptativo (PJ: al hablar de ansiedad y depresión).
Antecedentes psiquiátricos graves: con síntomas psicóticos y especialmente con tentativa de suicidio. El diagnóstico puede interferir en el proceso de recuperación exacerbando el trastorno o incluso provocando una recaída en persona ya recuperadas. Pueden reaccionar con nuevos brotes, delirios, intentos de auto-lesión o incluso a negarse a continuar los tratamientos.
El paciente ha tenido reacciones desadaptativas previas acusadas ante acontecimientos vitales estresantes. Algunos ejemplos:
Trastorno depresivo grave: por ejemplo, ante una persona que ya ha manifestado una pasividad extrema, encerrándose en sí mismo y que se niega a comer. Lo que podría reproducirse negándose a recibir los tratamientos oncológicos.
Trastornos de ansiedad intensos: con ataques de angustia y con síntomas fóbicos y/u obsesivos. Sintomatología obsesiva tras el diagnóstico de cáncer puede suponer que la persona sufra continuamente preocupación ansiosa y pensamiento intrusivos y miedo a no recuperarse o al daño físico. Podrían aparecer comportamientos que llamamos compulsivos. Son comportamientos sin un sentido real que se repiten buscando calmarse, pero que generalmente general más ansiedad: “tengo que hacer este gesto para curarme, o si no hago este otro, moriré”.
Reacciones agresivas: ante la posibilidad de reproducir comportamientos muy agresivos hacia familiares, sí mismo o equipo sanitario. Éstos, pueden reaccionar con conductas temerarias como conducir muy rápido e imprudentemente o bajo consumo de tóxicos.
Rechazo claro y manifiesto: no hay que informar cuando existe rechazo claro y manifiesto a conocer su enfermedad. Es cuando el paciente explicita que no quieres saber nada si es maligno. Si más adelante quiere saberlo, podremos informarle.
Usando la negación: tampoco debemos informar en el momento en el que la persona esté usando la negación como mecanismo de afrontamiento. Debemos respetarlo siempre que proteja al paciente a no sufrir una ansiedad intensa y no interfiera en la adherencia y seguimiento de los tratamientos oncológicos.